Document
Por Tamara Mena
audio-thumbnail
🎧 Audiocolumna
0:00
/5:48

El fin de semana surgió una polémica en redes entre la cantante Yuridia y la conductora Paty Chapoy. En resumen, Paty contó en entrevista con ‘El Escorpión Dorado’ que Yuridia no acepta dar entrevistas al programa ‘Ventaneando’ porque hace algunos años criticaron su cuerpo.

Paty dijo que cuando la artista estaba en el show ‘La Academia’, estaba muy pasada de peso y que a pesar de ser una tremenda cantante, estaba gorda. Después de la polémica, los integrantes del programa –intentando defenderse– aseguraron que “lo único que se hace es una descripción y uno debe saber manejar esos comentarios y trabajar con eso para que no te afecte”.

WHAAAAAT?

Ok, ok. Vámonos para atrás.

Lo primero que quiero decir es que criticar, ridiculizar o burlarse del cuerpo de alguien más, hombre o mujer, es algo que todos hemos hecho alguna vez –se conoce como “body shaming”– y no quiero minimizarlo, al contrario, acepto que yo lo he hecho y a todas esas personas de las que se me ocurrió que tenía el derecho de opinar algo, lo que sea, sobre su cuerpo, les ofrezco una disculpa sincera.

Del cuerpo ajeno no se opina. Punto. Y no solo del cuerpo, tampoco de las decisiones, circunstancias ni nada de lo que no se nos pida nuestra opinión.

¿Por qué? Bueno, primero que nada porque no es nuestro asunto. La mayoría de las personas estamos constantemente ‘en guerra’ con nuestros propios cuerpos como consecuencia de lo establecido por la sociedad, los estereotipos, lo que vimos, escuchamos y aprendimos mientras crecimos. Nunca se es lo suficientemente flaco, fuerte, alto y la lista sigue.

Según la COPRED (Consejo para prevenir y eliminar la discriminación) y la Universidad Nacional Autónoma de México, la ‘Gordofobia’ es la discriminación que viven las personas gordas por el hecho de serlo. Este fenómeno sociocultural, económico y político, está cargado de prejuicios valorativos, incitadores de odio contra los cuerpos que no entran dentro de los cánones corporales normativos. A su vez, la repulsión y el rechazo social genera en las personas gordas odio contra sí mismas y contra su cuerpo. Además, según la CONAVIM, “limita el acceso al ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres con cuerpos no hegemónicos, afectando su salud mental, capacidad de desenvolvimiento social, acceso a oportunidades laborales y hasta puede derivar en trastornos alimenticios como son la anorexia, la bulimia o el sobrepeso”.

Yuridia usó sus redes sociales para responder y afirmó que el acoso y los comentarios negativos que recibió, casi la matan. Pensó seriamente que terminar con su vida era lo mejor.

La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM) condenó las declaraciones de Ventaneando. Aseguró que los medios son un elemento clave para lograr una cultura de no violencia hacia las mujeres y que los comentarios sobre el cuerpo de Yuridia son discriminatorios.

Tenemos que dejar de hablar de los cuerpos de los demás y aceptar que la diversidad nos enriquece. No, no todas las mujeres nos vemos como las supermodelos de las revistas, ni tampoco podemos tener medidas de 90-60-90 y está bien. Como dato final: aunque las estadísticas dicen que afecta más a las mujeres (de cada 10 casos de personas con anorexia y bulimia, 9 fueron mujeres), este es un problema que también sufren los hombres.

Para ir cerrando, ¿qué podemos hacer?

Esto es algo que me costó años entender y que con la práctica voy mejorando.

  1. Sigue la regla de los 5 segundos. Si hay algo que quieras comentar sobre el físico de alguien que no pueda cambiar en 5 segundos, no lo digas. Por ejemplo, si tiene un poco de comida entre los dientes, puedes comentárselo con prudencia y en privado. Si piensas que subió de peso o que ese cambio de look no le favorece, no lo comentes.
  2. Sé consciente. Cuando quieras hacer un mínimo comentario sobre el peso o apariencia de alguien, piensa: “¿Y a mí qué me importa?”. Tú no sabes lo que hay detrás de eso. No sabes si tiene alguna enfermedad, si tiene algún complejo, si está en paz con su cuerpo, o lo que sea. De la única persona de la que te tienes que preocupar y de la que tienes derecho a opinar es de ti.
  3. Cuestiona si tu opinión fue requerida (y este ejercicio lo deberíamos hacer con todo). ¿Te preguntó tu opinión con respecto a su cuerpo? ¿Te preguntó sobre su peso? ¿Te preguntó sobre su look?
  4. Evita comentarlo con los demás. Sí, estoy en algunos chats con amigas que gustan de criticar los cuerpos ajenos. Claro, yo también lo hacía y creo que hasta lo disfrutaba, pero cuando me di cuenta que no estaba nada bien, comencé por no comentar nada al respecto. Me limito a esperar a que se cambie de tema y no doy una opinión. Todavía no llego al punto que quisiera, donde yo misma sea quien frene de seco esas conversaciones y les haga saber que su opinión no fue solicitada con respecto al cuerpo de alguien más. Sigo trabajando con mi propia confianza, seguridad y establecimiento de límites para llegar a eso.
  5. Piensa en ti. ¿Te gustaría que gente que conoces/no conoces/ te importa/ o no, tenga opiniones sobre tu cuerpo? Que si estás gorda, que si estás flaca, si bajaste o subiste, si tienes granos o no, si tu pelo está bonito o feo. ¿Qué nos pasa?

Te invito a que hagas el ejercicio y que pienses dos veces cuando quieras dar una opinión sobre el cuerpo de los demás… De paso, sobre sus decisiones, maternidad, crianza, vida sentimental, desarrollo profesional y otros temas en infinito que no son de nuestra incumbencia.

@Tam_Mena

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.