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Por Tania Pimentel

Participar como funcionaria de casilla en las elecciones del 2 de junio en la Ciudad de México fue una experiencia reveladora, no sólo en el ámbito cívico sino también en el personal, que marcó profundamente mi compromiso con la democracia de mi país. 

No soy ingenua, soy plenamente consciente de que no todas las experiencias son iguales. Sé que las condiciones varían significativamente de una casilla a otra, afectadas por factores como la seguridad, la infraestructura y la accesibilidad. Algunas casillas enfrentan circunstancias adversas, donde la seguridad es una preocupación constante y la infraestructura es insuficiente, lo que puede complicar la logística y el acceso. Entiendo que hay lugares donde ni siquiera se pudieron establecer casillas debido a estas limitaciones. Mi experiencia, ubicada en el contexto urbano de la Ciudad de México, fue muy positiva y quiero compartir desde esta perspectiva personal cómo viví este proceso electoral, marcado por una serie de emociones profundas. A continuación, comparto estas cinco emociones y reflexiono sobre cómo cada una de ellas resalta la importancia de nuestra participación activa en la democracia.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.