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Por Tania Pimentel

Aprender a ponerle un precio a tu trabajo y saber cómo venderte es quizá una de las lecciones que aprendes gracias a los golpes de la vida y a muchos trabajos mal cobrados. Desafortunadamente es un aprendizaje que pocas veces se ve en la escuela, pero que definitivamente tienes que adquirir de una u otra forma si quieres desarrollarte profesionalmente y aumentar tu visibilidad.

Yo lo aprendí a la mala, no por cobrar poco sino por no cobrar nada. En mis tiempos de organización de eventos me contactó una organización no gubernamental global con mucho prestigio para organizarles un evento masivo. Yo por supuesto me sentía honrada de que me hubieran buscado a mí, y cuando me contaron el cuento de “no tener dinero por ser una ONG” inmediatamente dije que el dinero no importaba. Cuál fue mi sorpresa al enterarme el día del evento que todos los demás proveedores habían cobrado (y cobrado bien) y yo era la única persona que había regalado su trabajo. Te cuento esto para que entiendas que si tú mismo no valoras tu trabajo, nadie más lo hará por ti.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.