Por Thelma Elena Pérez Álvarez

En momentos como los actuales, es primordial recordar el origen y sentido de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Algunos antecedentes que han dado forma a esta fecha son los movimientos de mujeres trabajadoras, sufragistas, quienes, a mediados del siglo XIX, denunciaron la opresión social, familiar y laboral, y exigieron el derecho al voto y a la igualdad.
Las trabajadoras de la industria textil en Nueva York, que marcharon el 8 de marzo de 1857, y denunciaron la precarización laboral, exigieron un recorte de las jornadas, el fin de la explotación infantil y la defensa de sus derechos.
Las mujeres en Copenhague que, en 1910, demandaron el sufragio universal, el acceso a cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral.
Las mujeres que lograron impactar en la legislación laboral estadounidense después de manifestarse por las 123 mujeres trabajadoras, jóvenes e inmigrantes de entre 14 y 23 años que murieron en 1910 en el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York.
Las mujeres en la Unión Soviética, quienes, en 1917, se declararon en huelga y exigieron pan y paz ante la Primera Guerra Mundial. Las mujeres chinas que, pese a la represión y censura en 1949, reclamaron acceso al trabajo y defendieron sus derechos.
Las mujeres mexicanas que lucharon por el derecho al voto en 1956. Las mujeres que exigieron educación para mujeres y niñas, salud, paz y democracia y lograron instituir el Día de la Mujer Africana el 31 de julio de 1962.
En 1975, en el marco del Año Internacional de la Mujer, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemoró el Día Internacional de la Mujer y en 1977, la Asamblea General de la ONU adoptó el 8 de marzo como el día oficial de conmemoración.
Como vemos, los orígenes de la conmemoración son económicos, políticos y sociales. Vienen de manifestaciones históricas de mujeres que exigieron condiciones para una vida vivible con condiciones laborales dignas, con el derecho al voto, acceso a la educación y a la justicia en sentido amplio. El sentido del Día Internacional de la Mujer es recordar las luchas que, por años, las mujeres han sorteado para que la justicia, la paz y el desarrollo las toquen.
Esta conmemoración no va de estrategias de marketing y propaganda que intentan instrumentalizar y capitalizar el sentido de las luchas de las mujeres, tergiversándolo. El Día Internacional de la Mujer es para hacer conciencia y cuestionar la realidad social que las mujeres experimentan, la cual está atravesada por la interacción de los planos simbólico y material que determinan las condiciones de vida de las mujeres.
Así, el sistema patriarcal crea estereotipos de género para justificar la desigualdad y la violencia estructural que ejerce contra mujeres y niñas. Paralelamente, la corrupción del patriarcado las afecta especialmente; ahí están la impunidad que prevalece en las violencias perpetradas hacia ellas y la distribución inequitativa de recursos públicos que impide a niñas y mujeres acceder a la educación y a la salud.
Si hablamos de la realidad social de ser mujer en México, es crucial reconocer la desigualdad, la pobreza, la discriminación y la violencia. Fragmentos de esta realidad están en los 85 pesos que, en promedio, ganan las mujeres por cada 100 que reciben los hombres. En el 76.4% de mujeres cuidadoras de 15 a 60 años. En las niñas que forman parte de los 6.4 millones de infantes que no asisten a la escuela y de los cuales casi 3 de cada 10 hablan una lengua indígena.
En las mujeres, dentro del 46.1% de la población de 65 años o más, que tiene un ingreso menor a la línea de pobreza por ingresos. En 7 de cada 10 mujeres que han vivido algún tipo de violencia. En 9 a 10 feminicidios que ocurren al día. En las 2,322 mujeres y niñas que desaparecieron por razones de trata entre enero de 2018 y noviembre de 2024. En las madres buscadoras que resisten la violencia institucional de la negligencia y la omisión del Estado para buscar y encontrar a las desaparecidas.
Fragmentos de la realidad social de ser mujer en México están presentes en las niñas de Culiacán que aprenden a resguardarse de las balas perdidas en simulacros escolares y en las niñas que venden dulces en los semáforos con la complicidad de padres y autoridades. En las estudiantes universitarias que denuncian violencias y les obstaculizan activar protocolos de atención y prevención, revictimizándolas por el pacto patriarcal entre docentes y directivos. En las mujeres explotadas a través del embuste de la “libre elección”. En las adultas mayores que, por carecer de competencias digitales, no pueden acceder a un trabajo. En las periodistas violentadas o asesinadas por no mentir. En las mujeres y niñas migrantes que se arriesgan a la violencia sexual, a la trata, a embarazos forzados y al feminicidio.
En el Día Internacional de la Mujer no hay nada que festejar. Mejor cuestionemos por qué el Estado no garantiza ni protege los derechos de niñas y mujeres. Cuestionemos la corrupción y la impunidad del sistema patriarcal.
* Docente en comunicación digital, publicidad y marketing en universidades de España y México. Trabaja activamente para que el Estado mexicano garantice el derecho humano a la alfabetización mediática e informacional.
Tras un recorrido por algunos de los grandes momentos que la Historia Universal consigna en el camino de la lucha de las mujeres, Thelma Elena Pérez Álvarez aporta algunos fragmentos que muestran la realidad de las mujeres mexicanas y propone enfoques y acciones para vivir esta fecha.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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