Document
Por Valeria Villa
audio-thumbnail
🎧 Audiocolumna
0:00
/4:12

Hace no mucho imperaba el modelo cultural del padre que disciplinaba y reprendía, y su contraparte: la madre sacrificial, generosa y totalmente abnegada. La que da todo sin esperar nada a cambio. El rol de madre como destino ineludible de las mujeres fue un ideal poderoso hasta hace poco tiempo.

La libertad sexual y social han revertido este orden en las últimas décadas.  Las mujeres trabajan, se involucran socialmente y tienen también poco tiempo para sus hijos.

Las estructuras sociales siguen sin favorecer la integración de la mujer y la madre. Ya no existe solamente la madre que se devora a su propio hijo porque es lo único que tiene sino que ahora está la madre que ve en los hijos un estorbo para su desarrollo.

Buscar en un hijo la completud narcisista es la mejor manera de anularlo aunque aparentemente se le engrandezca. Ay de aquellas hijas o hijos que por sus cualidades sean los objetos narcisistas de los padres porque su único destino será la perfección, hacer las cosas siempre bien y buscar compulsivamente agradar porque saben que solo por eso los quieren, aunque les digan que son libres de elegir.

La madre no acepta su castración y por eso usa a la hija como objeto narcisista que la complete. Que ella sea todo lo que la madre no pudo ser.

Hostigar con la presencia a los hijos entorpece el necesario vacío en el que surge la falta. Cuando al niño le falta algo puede entonces movilizarse para ir a buscarlo. Las madres sobreprotectoras crían hijos dependientes e inútiles.

¿Aprendió la madre a interpretar el llanto del hijo una vez que creció? Depende de que tan capacitada esté para amar, para pensar en algo que no sea ella misma.

A veces, desear a un hijo sin importar que tenga padre, porque el amor es una mentira, es porque se quiere al hijo para sí misma y para que llene el vacío por siempre. Tremenda misión que carga el hijo aún antes de nacer.

Hay madres frías, incapaces de amar, porque no deseaban ser madres o porque están deprimidas o porque tienen una estructura narcisista de la personalidad que les impide vivir la generosidad como algo deseable.

André Green ha escrito sobre la madre muerta, que está biológicamente viva pero psíquicamente muerta y que el niño internaliza en la forma de una depresión crónica, convirtiéndose en su propia madre. Solo es posible salir de un vínculo así mediante un duelo por la madre fría, indiferente, presente pero afectivamente ausente, muerta.

La relación que une a una madre con su hijo está determinada por ciertas aspiraciones inconscientes que serán expresadas en sus palabras a manera de una sentencia para el niño: tienes que ser inteligente, no dejar que te lastimen, contarme todo, nunca fallarme, llenarme de orgullo, quererme, adorarme, ser todo lo que espero de ti.

Si las aspiraciones fueran más conscientes, la madre podría desear que la hija establezca lazos sociales, que se enamore, que se vaya de la casa, que no la quiera más que a nadie, que sea tal y como quiera ser, que elija libremente con quien estar, que se aleje lo más posible de parecerse a ella, tolerando la herida narcisista que esto significa, porque los hijos deben irse e insertarse en la cultura, olvidándose de su madre para poder darle vida a su propio deseo.

El triángulo edípico sigue siendo hoy el mismo de siempre, aunque ya no representado por el padre, la madre y la hija. Hoy pueden ejercer la función materna y la paterna dos madres, dos padres, una madre y una abuela o un abuelo, etc.

Lo cierto es que las mujeres dominantes pueden seguir siendo llamadas, como en los mejores tiempos del patriarcado, fálicas y castrantes, cuando creen que no necesitan a un padre para tener un hijo. Las madres que acaparan todo y que no necesitan a nadie son muy difíciles de abandonar. Dejan una huella profunda e internalizada que forma parte del aparato psíquico. Se internaliza a una madre sádica que no permite el crecimiento de los hijos porque siempre es ella la más importante. O la internalización de la madre todo bondad y protección que entorpece la capacidad de los hijos para encontrar fuerza y valentía en este mundo.

No todo es la estructura sociocultural en la que ocurren las maternidades. También hay que sumar la estructura de la personalidad.

✍🏻
@valevillag

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Más de 150 opiniones a través de 100 columnistas te esperan por menos de un libro al mes.


Denise Dresser se considera una sobreviviente. Si buscas inspiración y al igual que ella sobrevivir, no te pierdas su conferencia, organizada por Opinión 51 y Cinemex, como parte de la iniciativa Cinemex + 51. Regístrate en www.cinemexmas51.com.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.