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Por Valeria Villa
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Naya y Goliath por Valeria Villa
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El pasado miércoles 10 de marzo, Nayeli Roldán, reportera de Animal Político, se presentó a la conferencia matutina que protagoniza todos los días (todos los días) el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Con audacia y temple, Nayeli cuestionó al Jefe del Ejecutivo sobre el uso de un programa de espionaje (Pegasus) contra civiles por parte de la Secretaría de la Defensa.

Varios medios publicaron documentos oficiales que confirman que la SEDENA espió a civiles pese a ser ilegal. La periodista preguntó varias veces si López Obrador estaba informado y lo había autorizado. Él respondió que no porque confiaba en las labores de inteligencia.  Nayeli insistió en la ilegalidad del espionaje y describió la investigación que prueba que se intervinieron los teléfonos de 3 personas. López Obrador dijo que solo se espía a gente que puede ser peligrosa y que se han salvado vidas gracias a la inteligencia. Nayeli le preguntó, siguiendo su argumento, cuántas vidas se salvaron espiando a un defensor de derechos humanos y a dos periodistas. El presidente se irrita y responde diciendo que Animal Político recibía dinero del gobierno anterior. Ella insiste en que el espionaje está comprobado y le vuelve a preguntar el argumento legal para hacerlo. El contesta que no lo hicieron. Para qué, si ya saben cuáles son los medios que están en contra de la transformación. El presidente no responde la pregunta por enésima vez. Vuelve a sus frases hechas y lanza más ataques. La acusa de representar al periodismo conservador de los corruptos que se sentían dueños de México. Decide hablar de cómo lo espiaban en 1988 y muestra un oficio para probarlo. El presidente tiene talento para que todo se trate de él.

¿Son criminales y por eso los espiaron? pregunta ella. Él se molesta, le dice que ya está inventando, sigue sin entender que Nayeli solo está usando el argumento que él le dio.

Nayeli habla de rendición de cuentas y el Presidente le responde que ella no va a poner la agenda. Ella le recuerda que la mañanera es una tribuna para la sociedad. Él insiste en que ella no va a poner la agenda y la ataca de nuevo esta vez más enfurecido: prensa vendida, tendenciosa, alquilada, engañaron a todos diciendo que eran independientes, y termina diciendo “con todo respeto”, “te estoy contestando”.

Desestima que lo que ella pregunta afecte al pueblo y agrega que es un invento y propone revisar cuánto dinero le daban a Animal Político en sexenios anteriores.

El Presidente es un bully.

Nayeli se dirige a quien escucha la mañanera para declarar que el periodismo sirve a los ciudadanos y que ellos publican pruebas, no inventos. Le recuerda al presidente que los medios que acusa de tendenciosos, publicaron pruebas sobre el espionaje del gobierno de Peña Nieto e investigaciones como la Estafa Maestra. López Obrador insiste en preguntar cuánto dinero les daban y ella le pide que mejor enseñen cuánto dinero dan ahora a medios seleccionados.

Es impresionante el temple, el profesionalismo y la fortaleza de Nayeli Roldán. El ejercicio democrático que debería ser la conferencia matutina es un escaparate para que el presidente se escuche 3 horas, para que escuche a quienes lo alaban pero evidentemente no para escuchar a una periodista que le hace preguntas una y otra vez, esperando en vano una respuesta. El presidente piensa que el periodismo de investigación es un instrumento para atacar a su gobierno. Ejerce su poder abusivamente. Interrumpe a Nayeli y en lugar de responder sus preguntas, en un acto de rendición de cuentas, la ataca una y otra vez como representante de Animal Político. El presidente acosa a la periodista desacreditando su dicho “porque son enemigos de la transformación”. El presidente muestra una y otra vez rasgos paranoides, ataques ad-hominem, ningún argumento, protagonismo patológico, maniobras distractoras y el uso de la frase con todo respeto como un torpe intento de encubrir sus agresiones. Nayeli da una clase de cómo no engancharse, no defenderse con agresión ni contestar acusaciones absurdas.

Este intercambio entre Naya y el Presidente es una metáfora del abuso de poder. El Presidente que dice que la cuarta transformación es feminista, manifiesta absoluto desprecio por los dichos de la periodista. El presidente que dice que las feministas solo buscan protagonismo, como si no buscaran a sus familiares y compañeras muertas, parece creer que Nayeli también busca lo mismo al tratar de “imponer la agenda” para perjudicarlo. Andrés Manuel no entiende que su función es servir a los ciudadanos.

Parecía cada vez más enojado, interrogado y acorralado con elegancia por una joven periodista que está buscando respuestas del jefe supremo de las fuerzas armadas que dice que no sabe nada pero que confía en los servicios de inteligencia. Además de misógino, el presidente no sabe nada.

Nayeli Roldán se convirtió en nuestra más reciente heroína al mostrar con su ejemplo que al poder se le enfrenta. Al evidenciar la ignorancia del jefe del Estado Mexicano sobre asuntos que impactan la libertad de expresión y la integridad de los ciudadanos.

Es elocuente el machismo de un hombre que abusa de su autoridad, que se vuelve protagonista frente a las preguntas incómodas y que ataca, ataca y ataca como única estrategia para responder, al darse cuenta de que fue exhibido en su ignorancia sobre temas delicados para el Estado de Derecho de la República.

Naya Roldán es el broche de oro de esta semana de conmemoración de las mujeres que luchan, que hacen oír su voz y que exigen respeto y la verdad.
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@valevillag

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