Por Veka Duncan
Todxs probablemente recordamos aquel rito que nos reunía en el patio escolar todos los lunes para exclamar los Honores a la Bandera, o la ilusión de ser abanderado en la escolta – sobre todo si eran de los ñoñxs de la escuela. En este Día de la Bandera les propongo que recordemos esos nostálgicos momentos de la infancia con una brevísima historia de este símbolo patrio que, a través de sus transformaciones, nos habla también de los procesos políticos y sociales de su tiempo. Este año es particularmente relevante hacerlo, pues se cumple el 90° aniversario de la instauración del Día de la Bandera, establecido en 1934.
Seguramente han escuchado o leído que el estandarte de la Virgen de Guadalupe alzado en 1810 por el cura Miguel Hidalgo es el primer antecedente de la bandera mexicana, pero en realidad, sería más preciso datar su origen en 1821, año de la consumación de la Independencia. Vale la pena recordar que los reclamos iniciales del prócer de la patria estaban algo alejados de lo que culminó con el movimiento independentista. Así, fue 11 años después del famoso grito que se izó la primera bandera,como tal, del Ejército Trigarante, es decir, de las tres garantías: Religión, Independencia y Unión. Porque sí, el catolicismo estaría al centro del nuevo proyecto de nación hasta que, con el paso de los años, el país comienza a fraccionarse entre conservadores y liberales. Ya desde aquel momento, los colores que vestían la bandera eran el blanco, el verde, el rojo, pero colocados en bandas diagonales; el primero por la religión, el segundo por la independencia, y el tercero por la unión.