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Por María Ximena Arbelaez
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Las pequeñas y medianas empresas (pymes) del sector de alimentos y bebidas en México y Latinoamérica no son solo negocios; son la esencia misma de nuestras comunidades. Cada platillo que llega a la mesa, cada sabor que nos conecta con nuestras raíces, es el resultado del trabajo de miles de emprendedores que, día a día, sostienen la economía local y, al mismo tiempo, preservan nuestra identidad cultural. 

De acuerdo a un informe de la Secretaría de Economía de México, el 99.8% de las empresas en el país son pymes lo que las convierte en el principal ingreso del país. Sin embargo, solo el 3% de los productores de alimentos y bebidas en México y Latinoamérica exportan.

Durante la pandemia, fuimos testigos de cómo los pequeños negocios familiares, especialmente los enfocados en el ámbito gastronómico, se multiplicaron. Esta expansión no fue solo una respuesta al desafío, sino una muestra de resiliencia. Los comerciantes locales se adaptaron con rigor a las medidas de seguridad, ganando la confianza de los consumidores al garantizar productos esenciales, personalizados y atención única, demostrando así su capacidad para ajustarse a un entorno cambiante.

Estas empresas familiares no solo brindan estabilidad en sus comunidades, sino que también impulsan una economía circular al depender de proveedores locales impactando positivamente en diversas áreas, ayudando a reducir la desigualdad económica tanto en zonas rurales como urbanas, promoviendo un crecimiento inclusivo desde la base misma de la sociedad.

Por otra parte, las pymes del sector antes mencionado, están profundamente conectadas con la sostenibilidad y la biodiversidad de la región al utilizar ingredientes locales, ya que preservan tradiciones agrícolas transmitidas de generación en generación, asegurando que la riqueza gastronómica de México y Latinoamérica permanezcan y, sobre todo, se mantengan con el pasar del tiempo. Además, al apostar por una producción local y sostenible, responden a una demanda creciente de consumidores que buscan alimentos más saludables y con un origen claro y transparente.

Finalmente, no podemos ignorar el papel de estas empresas en la internacionalización de la cultura latinoamericana, actualmente existen más 15 mil   compradores interesados tan solo en Estados Unidos y Canadá con quienes se está conectando a través de plataformas B2B las cuales apoyan a las pequeñas empresas a posicionar su marca en otros países.   

Los sabores y productos autóctonos han capturado la atención de mercados internacionales, y cada vez más pymes han comenzado a exportar, diversificando la economía locales. Este proceso no solo impulsa la competitividad de las empresas, sino que posiciona a México y Latinoamérica como referentes globales en innovación culinaria, aportando tanto a la balanza comercial como al desarrollo económico y cultural a largo plazo.

*María Ximena Arbelaez es CEO y Cofundadora de Bosanet


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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