Por Yohali Resendiz
Es increíble que aún siendo uno de los países con las cifras vergonzosas de abuso sexual infantil más altas en el mundo, todavía haya quien proteja a los agresores de niños, niñas y adolescentes porque son “poderosos” y claro… ”amigos” o “conocidos”.
Increíble que la denuncia obligatoria de quienes se enteran o sospechan de una agresión sexual a uno o varios menores provenga sólo y cuando “no se afecta al agresor”, los “negocios”, “la publicidad” o “la relación”.
Lo aterrador de esto es el abuso sexual mismo a una niña o a un niño pero lo es más, la miseria humana de quienes arropan a un depredador sexual y no se detengan por un momento a pensar en el infierno mismo que la víctima vivió al sobrevivir a un empoderado agresor o agresora y escucharle decir en voz baja: “Si dices algo, mató a mamá”.
Y que me dicen del pavor que la víctima enfrenta solo con sentir la mirada libidinosa o escuchar los jadeos (inexplicables para ellos) mientras los dedos entran a su vagina o acarician su ano.
¿Si dimensionan el significado de terror que una niña tenga que mirarle el pene erecto a su padre y sentirlo en sus nalguitas para después sentarla a mirar televisión con videos pornos y luego sentir que le mete los dedos en la vagina o tener que chuparselo a su padre?
Y por favor, ya basta de decir: ¡Ay, pero qué es esto!
¡Qué le pasa a esta periodista! ¿Cómo publican estas cosas? Ya, por favor, ya. Esto es lo que enfrentan quienes son víctimas de agresión sexual.
¿Acaso no merecería la pena de muerte si un desconocido tocara a su hijita? ¿A su nieto?
¿O es que como el agresor es su hijo no merece todo el peso de la ley?
¿De verdad, la víctima debe ser un hijo o un nieto y aún así, aunque lo sean, hay abuelos y abuelas, mamás, que prefieren callar con tal de no enfrentar la vergüenza que da decir: MI HIJO, MI NIETO, MI HERMANO, MI SOBRINA, MI PRIMO, MI TÍO, MI CUÑADO….ES UN VIOLADOR.
¿Por qué? ¿En qué momento un padre se convierte en cómplice de su hijo agresor?
¿Por qué, porqué permiten que lastimen de por vida y en vida a unos chiquitos y son incapaces de denunciarlos o de cerrarles la puerta del hogar?
¿Por qué prefieren ayudarles con dinero a que se larguen y los protegen en lugar de cerrar filas con las madres (nueras) y sus “adorados” nietos para reclamar justicia?
¿O es que entonces el amor por un nieto o nieta, hijo o hija agredido sexualmente se acaba cuando verbalizan: mi papá me tocó “la puchita”?
Es increíble como en este país no se prepondera la seguridad de la víctima y su arropamiento legal y psicológico sigue siendo una dádiva y al mismo tiempo un calvario.
Es increíble como funcionarios, políticos y periodistas (espacios) se suman a ayudar a quienes son señalados como agresores sexuales por sus propios hijos.
¿O acaso una acusación de ese calibre no es suficiente para que si no suman se hagan a un lado y dejen que la víctima tenga todas las garantías de que no la van a anular?
Si no denuncia mejor hágase a un lado que estamos trabajando pero no arrope al agresor.
¿O es que solo van a sumar cuando la víctima sea ajena; es decir la nieta, el hijo, la sobrina, la hija de la amiga, el hijo de la vecina o el nieto de una gran amiga? ¿Ahí sí?
En donde se pierde la congruencia de lo que NO tiene que seguirse repitiendo y en donde queda la frase: “El hijo de uno es hijo de todos” acuñada por padres de hijos violentados sexualmente por el esposo de la directora del Colegio Matatena Montessori, -institución educativa ubicado en la colonia Del Valle en la Ciudad de México en el que se permitió el abuso sexual en menores de entre 2 y 5 años- y que hace más de 5 años de esa denuncia periodística que hice pública no se aprendió que cualquier niño o niña no merece enfrentar abuso sexual y debe ser defendido por todos.
¿Porqué cuesta tanto trabajo ser denunciantes obligatorios?
¿Vale la pena salvar de un castigo ejemplar al depredador sexual en lugar de apoyar a la víctima?
Es indignante cuando autoridades escolares o maestros arropan a un conserje, a una maestra o a un profesor que ha abusado de un menor. Reprobable que se proteja al hijo violador.
Y es cuestionable como es que los padres de los niños que no son agredidos se replieguen y no se unan a los padres del niño que sí es agredido y que todos y todas exigen a la institución: justicia. Les lleve el tiempo que sea.
Es inaceptable que cuando la víctima denuncia llegue a cualquier fiscalía de este país y no se cuente con especialistas que atiendan la denuncia y entonces cualquier “autoridá” se atreva a cuestionar o a exigir lugar, modo y tiempo a una niña o niño de 3 años y por esa razón no se castigue.
Es de terror que con dinero e influencias, los agresores contraten despachos dispuestos a negociar la ley y sea un modus operandi para hinchar de dinero a abogadas sin escrúpulos, ávidas de reflectores y hambreadas de construir un nombre en base al llanto e infierno de niñas, niños y adolescentes que lo único que quieren es la paz y la certeza de que: NO matarán a su mami, por haber dicho la verdad.
“Mi papi me toca la colita”
“Mi papá me pone una pomada color rosa”
“Mi papi me lastima”
“Mi maestra me mete en la colita las crayolas”
“Ya no quiero ir a la escuela, mi maestro me dice que le ayude a despertar a su mascota y cuando lo hago se mueve”
“Cuando nos toca jugamos a zapatito blanco, zapatito azul, cuántos años tienes tú, y si me toca, pierdo y me lleva a un lugar donde me quita la ropa y me toma muchas fotos”.
La próxima vez que usted conozca de un abuso sexual infantil no defienda a quien es señalado por un menor de edad, piense primero, en qué se rompió en esa niña, niño o adolescente que jamás se volverá a pegar.
Piense en que tuvo que ser más fuerte la valentía que el miedo lo que la obligó a verbalizar el abuso que enfrenta o enfrentó.
De verdad, si va a proteger en las redes a los depredadores mejor absténgase y no se meta, no opine y si tiene un espacio, abra los micrófonos a ambos si quiere para ser “equilibrado” pero no contribuya a empoderar agresores que van a continuar una y otra vez lastimando si no reciben un castigo.
Un niño o una niña sólo deberían sentir un profundo amor y admiración por “sus papis”.
Un profundo agradecimiento a sus maestros o maestras por las enseñanzas.
Una tremenda felicidad de saberse respaldada por un hermano, tío, sobrino o abuelo.
De verdad: es momento de dejar de proteger a depredadores sexuales y si no va a contribuir para cerrarles los caminos y que enfrenten a la justicia. Hágase a un lado.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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