Por Yohali Reséndiz
Pasaron muchos meses para darme cuenta de que en mi bandeja de correo me había sido enviada, como a muchos periodistas, asociaciones civiles y autoridades de alto nivel, la información del malware “Pegasus”, en el que a través de audios, conversaciones de WhatsApp con los números telefónicos y documentos, dejaba entrever que los protagonistas fraguaban debilitar y acabar con el “Caso Wallace”, un caso que no es desconocido para mí porque durante muchos años lo cubrí periodísticamente como reportera de “especiales” de Grupo Imagen.
Esa suerte de no mirar ese correo al mismo tiempo que todos los destinatarios me posicionó como una gran ganadora. De entrada, el contenido que dejaba muy mal parados a los protagonistas ya se había dedicado a defenderse a través de espacios de “los amigos”, columnas escritas a modo de defensa, desde el victimismo y, claro, tratando siempre de limpiar las manchas imborrables que dejan: el desprestigio y ser señalado como corrupto.
Un buen día, mi correo se saturó y me vi obligada a borrar aquellos correos de gran tamaño, y ahí fue como encontré toda la información en la que baso mi reportaje de investigación “La cuenta Secreta de Arturo Zaldívar”, la cual está desde el 25 de Febrero en mi canal de YouTube.
Cuando abrí ese correo, todo lo que leí y escuché en los audios adjuntos me hizo “click”, había lógica en que había un contubernio para desacreditar el Caso Wallace. Sin embargo, algo que me indignó, preocupó y sorprendió, es que en estas conversaciones de WhatsApp se involucraba al ministro Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea y que además, según este malware, él cobraba dinero que le debían por favores a cambio de la justicia. Lo demás de esa información era secundario, parte sí de la operación, pero para mí, secundario.
Reitero, en la red, quienes escribieron sobre el malware “Pegasus” y jamás repararon o no quisieron reparar en lo que, de ser cierto, significaba un escándalo: EL MINISTRO PRESIDENTE RECIBIENDO SOBORNOS.
Para esta investigación dediqué varios meses, un año y 8 meses. Lo primero fue verificar que esa cuenta fuera pública en su declaración patrimonial 2022 y ahí fue el primer eslabón, Arturo Zaldívar tenía contratado un seguro en METLIFE, una cuenta de fondos de inversión en BBVA, una cuenta de ahorro en HSBC, otra cuenta de fondos de inversión en Banco INVEX, una cuenta en Estados Unidos en el Santander International Private Banking de fondos de inversión, una cuenta de fondo de inversión localizada en ITERCAM, otra cuenta bancaria en BBVA, pero no existía ninguna cuenta “Banorte”.
Fue agotador dar con la información y corroborar a través de la terminación de la cuenta (9083) (3895) que aparecía en un voucher proporcionado por “PEGASUS” estaba activa y luego dar con el número completo de la cuenta. Me llevó casi 7 meses dar con el dato de que el propietario de esa cuenta correspondía al mexicano Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea y tres meses más obtener el número de cuenta completo.
Como ya lo he hecho público, con esos datos comencé a tocar puertas en medios de comunicación nacionales e internacionales. Me recibían en las oficinas privadas y después de la exposición de mi investigación, entraba a un agotador cuestionario de dudas genuinas, las cuales respondí una a una. La respuesta era unánime: “no podemos entrarle aunque sí está muy sustentada tu información, Zaldívar es muy poderoso y no vamos a entrarle”.
Uno de los periodistas (omitiré su nombre) que supo de mi investigación y que sé que nunca dudó de que se trataba de “Corrupción desde la oficina de Zaldívar” estuvo dispuesto a que en su espacio se hiciera pública aunque tuvo una duda y una solicitud:
La primera: ¿Por qué un Magistrado Presidente aceptaría tan poco por ayudar en los casos (300 MIL Y 600 MIL, que es lo que según Pegasus pudo exhibir) ganando lo que gana?
Y la segunda: Traerle un estado de cuenta (o comprobante) en el que se leyera el nombre y que la cuenta estaba activa.
Respecto a su primera duda: Hoy, puedo decir que ya no se trataba de la cantidad porque está claro que Zaldívar no le ponía a su “ayuda” precio sino que los sobornos venían de la contraparte. Hoy puedo sostener que no era la cantidad sino el poder de tener la justicia y darla a quien pagaba. El poder de que a su puerta tocara la justicia y él decidiera dónde colocarla.
Respecto a lo segundo: Me presenté en una sucursal de Banorte y deposité 50 pesos. Mi estómago estaba deshecho cuando el cajero me preguntó: ¿Arturo Fernando Zaldivar Lelo de Larrea? Sí, respondí. ¿50 pesos? Sí, respondí. ¿Algo más en lo que pueda servirle? Me dijo. Recuerdo que cuando me extendió el voucher y leí el nombre, me daba vueltas la cabeza.
Al salir, envié la foto y para el receptor, ya no había dudas. Había una cuenta que no era declarada desde donde se presumía que se recibieron sobornos.
Procedí a buscar una entrevista con Arturo Zaldívar, él sí, protagonista de mi reportaje. Sin embargo, a Zaldívar me envió un mensaje a través de su Secretario de apellido Castaños en el que me refería que: “En relación con la solicitud de entrevista con el Ministro Zaldivar, le comento que el 16 de diciembre de 2022 durante una entrevista, Arturo Zaldivar ha tomado la determinación de no hablar ni comentar sobre temas relacionados con la señora Miranda de Wallace. El ministro Zaldivar niega la existencia de todo tipo de comunicación que la señora Wallace pretenda publicar bajo su nombre y ha presentado la denuncia de hechos ante la Fiscalía General de la República cuya investigación sigue su curso”. Debo aclarar que esta conversación la tengo documentada.
Aquel periodista prácticamente comenzó a solicitarme algún comprobante que demostrara que ahí había sido depositado ese dinero y claro, que no estaba dispuesta a entrar a la casa de Zaldívar y robarme un estado de cuenta.
Y algo pasó. El periodista tampoco se atrevió a hacerlo público.
Tras la negativa del ministro Zaldívar a mi entrevista sobre mi investigación, fue el ministro quien recabó más datos sobre mi solicitud y al enterarse de que había obtenido datos de una cuenta suya en Banorte y que le había hecho un depósito, el ministro argumentó que seguramente se trataba de una cuenta de un homónimo o que quizá alguien a nombre suyo había abierto una cuenta. Debo también decir que luego de que supo de mi investigación, la cuenta de débito a nombre de Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea a la que deposité en Banorte fue cancelada y el entonces Ministro Presidente se atrevió a llamar a algunos de los espacios donde colaboro para vacunarse y de alguna manera frenar que pudiera hacer pública mi investigación, “La periodista Yohali Reséndiz, está preparando una gran ofensiva en mi contra” justificó.
Ahí supe que nadie quería entrarle a la denuncia y con una gran frustración guardé en mi archivero mi reportaje otros meses más.
Fue Febrero de este año cuando el Presidente López Obrador durante la mañanera dijo lo siguiente: “Todavía cuando Arturo Zaldívar era Presidente de la Corte, había más recato. Todavía, cuando había un asunto de este tipo (como la liberación de Emilio Lozoya) nosotros respetuosamente interveníamos” y tras escuchar esta declaración, desempolvé mi reportaje, busqué a un amigo editor, regrabé para actualizar mi reportaje, le agregué el video de López Obrador y el video fue subido a mi canal.
Lo demás está explicado en mi reportaje y en la respuesta que también le solicité a Banorte y la cual está en un video también en mi cuenta de YouTube.
A mí no me tocaba revisar sus consumos en sus tarjetas de crédito. El malware Pegasus no es algo que yo haya hecho. Yo no espié. Yo recibí ese correo con información que si es legal o no para mi reportaje es solo el contexto porque al seguir la ruta del dinero yo, a diferencia de muchos quienes recibieron el mismo correo, yo encontré una cuenta real, activa. Lo demás le toca a otras instancias. Yo solo hice periodismo de investigación.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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