Por Yohali Reséndiz
Hace ya muchos años, que Ana -amiga mía- me convenció de comprar un paquete para vacacionar, no me hice del rogar así que al día siguiente fuimos juntas a “El Corte Inglés” donde tenían una promoción de ensueño: boletos de avión redondos México-Cancún-México para dos personas, una semana en un Hotel cinco estrellas todo incluido - claro, moría por conocer el spa- pues tuve muy claro que ese viaje debía ser reparador.
Un mes después, volé con mi sobrina menor de edad (8 años) y a pasarla fenomenal.
Y así fue hasta que a mitad de semana y ya instaladísima en el descanso, uno de los meseros me preguntó si ya conocía otras playas y respondí que no.
Ávida de mirar con mis propios ojos aquellas maravillas que había escuchado contacté, a través de recepción, un servicio de taxi que nos llevaría al abordaje de un ferry en Cancún y de ahí llegaría hasta Isla Mujeres para pasar el día.
Una vez en el Ferry, mi sobrina y yo íbamos tan felices cuando un audaz grupo de vendedores de paquetes nos comenzó a ofrecer un tour: