Corresponsal durante 26 años del San Diego Union Tribune y cocreadora del podcast Border City.
Sandra Dibble es mujer, es reportera y es estadounidense. Sin embargo, tiene alma y espíritu mexicanos; sabe canciones que cualquier persona en nuestro país interpreta una noche de fiesta. Tijuana la cautivó, la conquistó y por ello eligió vivir en ella.
Fue en la década de los 80 cuando Sandra tuvo su primer acercamiento con esta región, al venir de Florida a California como parte de un viaje de estudios. “Hacía mi maestría y pasé nueve meses en Los Ángeles y tres meses en Ciudad de México; en ese tiempo se dio la oportunidad de pasar tres días en la frontera. Nos llevaron a Tijuana, donde conocí a Jorge Bustamante, de El Colegio de la Frontera Norte, y fuimos al Cañón Zapata.
“Era algo que no podías creer, gente cruzando y la Border Patrol no podía hacer nada, la gente vendiendo tacos, ahí por la colonia Libertad. Ese fue mi primer acercamiento periodístico con la frontera. Yo dije: ‘¡guau qué nota!’. Ahí vi el contraste con San Diego. Me acuerdo que compré un jugo de naranja en la calle y me pareció fabuloso porque eso no se podía encontrar en Estados Unidos”.
Sin imaginarlo, casi una década después, a mediados de los 90, Sandra vivía en Washington y supo de la vacante para ser corresponsal en Tijuana del San Diego Union Tribune.
“Fue una decisión impulsiva. Me imaginé un globo terráqueo y dije: ‘ahí voy a vivir’. Sería la corresponsal de San Diego Union Tribune y trabajé en ello por 27 años. Pero llegué sin conocer a nadie”.
En esta experiencia de vida Sandra encontró una nueva cultura y, aunque se describe como una mujer reservada, su buen carácter y sentido periodístico le permitieron conocer a gente nueva, mucha de la cual era ajena a su profesión, personas con una vida cotidiana que la fueron introduciendo al ambiente de la ciudad más alejada del centro de México.
“Empecé a tener redes de amigos. Mi amigo Humberto me invitó a participar en un coro; yo no me identificaba como cantante, pero logré ser parte del primer coro de la Ópera de Tijuana. Acompañamos a los solistas José Medina, Mónica Ábrego y Guadalupe Paz”. La sencillez de Sandra es genuina, ella destaca que en la historia del periodismo en la frontera por parte del San Diego Union Tribune hay nombres como el del corresponsal de origen mexicano Fernando Romero, después esa labor la hizo Gregory Gross, quien era considerado toda una leyenda; también mi compañera Anna Cearley.
“Soy parte de una tradición. John Gibbins, el fotógrafo, vino desde los 70 y cuando hicieron corte de personal yo me quedé sola en la cobertura por muchos años. Para quienes nos dedicamos al ejercicio periodístico es común trabajar con la asignación de al menos cubrir cinco notas diarias, ordenadas por los editores, y en términos generales se coincide en que no es lo óptimo para mantener la calidad de la información y la verificación de los datos, me sorprendía tal ritmo de trabajo.
“Yo tenía una mayor libertad, pero veía cómo mis compañeros de medios mexicanos tenían la presión de producir cinco notas diarias. Había muy buenos reporteros, muchos periódicos: Zeta, El Mexicano, El Sol de Tijuana, El Heraldo, Diario 29; estaban las televisoras Síntesis TV, Canal 12. Ahora hay mucho más medios, el periodismo ha cambiado mucho”.
Al tener la experiencia de interactuar entre dos países con condiciones económicas tan distintas, Sandra también se veía sorprendida por los sueldos que se perciben en México y el costo de la vida, lo que la hace preguntarse cómo le hacen sus colegas tijuanenses para solventar los gastos de una profesión como el periodismo, más sus gastos personales como renta, vestido, calzado, cuando los ingresos no son óptimos.
“Es un camino difícil el periodismo en Estados Unidos, pero acá en México es más difícil”.
LA FRONTERA
Ser testigo de la dinámica que se vive en la que es catalogada como la frontera más transitada del mundo es, para Sandra, motivo de impacto y análisis que la convirtió en cocreadora del podcast “Border City”, que es parte de Nuestra Voz Today, una colaboración entre San Diego Union Tribune y Los Angeles Times, a través del cual refleja las vivencias que han tejido no sólo la historia de esta zona, sino su vida misma.
“Estamos en una frontera muy dinámica, muy compleja, como un mar con corrientes de todas partes, aquí lo inesperado sucede. Quién hubiera pensado que los ucranianos llegarían, quién hubiera pensado que gente de Camerún llegaría en 2019, los haitianos, todo lo que no se imaginan sucede aquí, por eso no se aburren”.
Radicada hoy en Estados Unidos, Sandra recuerda que vivió en la colonia Chapultepec en Tijuana de 1994 al año 2000. “Decidí vivir en la comunidad de donde surgirían mis historias, donde hacía las coberturas, estar inmersa en los temas. Frente a ello San Diego me aportaba menos datos en ese momento”.
A 28 años de su llegada y luego de intentar jubilarse, fue invitada a participar como protagonista en el podcast con una serie de ocho capítulos que tuvo su estreno el pasado mes de abril y culminó su transmisión hace unos días.
“Ahora trabajo como freelancer en Voice of San Diego, hago el Border Report, es la manera como me mantengo involucrada. Nunca te quitan lo bailado. El tema ahora es la migración, a principios de los 90 escribíamos mucho sobre el narco. Hoy sigue siendo un tema, pero la narrativa es mucho más difícil, las víctimas son gente desconocida, es muy triste, porque son vidas”.
LA NARRATIVA DEL NARCO
Con una vocación por el sentido social de periodismo, para Sandra el tema de la violencia y el narcotráfico era una imposición y necesidad de cobertura por parte de los medios, como lo sigue siendo hoy. Ella apostaba por temas más nobles, personajes con historias inspiradoras o que requerían apoyo de algún tipo, pero por encima de ello cumplía con las notas asignadas de la forma más profesional posible.
“Yo no vine aquí para escribir del narco, pero es un tema que me tocó. En los 90 era cuando los Arellano estaban en su apogeo, la época de los narcojuniors; en esa época los tijuanenses de alta sociedad eran más ingenuos, nadie se preocupaba tanto y así entraron los Arellano.
“Yo llegué dos semanas después de que asesinaron a Luis Donaldo Colosio y dos semanas después asesinaron a Federico Benítez; esas notas que les llamamos de ocho columnas no son mi especialidad. Sé que ser un buen reportero policiaco es muy importante, pero no vine con esa idea, había muchas otras cosas que sucedían, pero no salían en las noticias.
“Yo buscaba temas de cultura, política, economía, medio ambiente. Había un grupo que se llamaba Los Tenientes de Tijuana y me fascinaba, me enamoré de ellos, los cubrí durante dos semanas. Poco a poco fui conociendo, confundía todo, era como una hoja de papel que nadie había escrito, todo me llamaba la atención”.
Hoy Sandra Dibble tiene un lugar importante en la historia del periodismo, en la historia de Tijuana y su frontera, en la vida de la comunidad cultural y se ha ganado la admiración de las nuevas generaciones de periodistas y el respeto de sus contemporáneos. Su nombre siempre va ligado a una sonrisa y a un hola, pronunciado con ese característico acento que le da al español un estadounidense.
@moralesyo
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