Por Yuridia Torres*
La violencia económica contra las mujeres disminuye en México. Este podría ser el título de una nota que decidí no redactar, porque aunque sean cifras oficiales del INEGI, no las creo, no porque dude de la veracidad de los datos del Instituto, sino porque estoy segura que miles de mujeres no sabemos identificar cuándo somos víctimas de violencia económica y entonces no hablamos de ella por varias razones: porque no sabemos que existe, porque normalizamos ciertas conductas contra nosotras que tienen que ver con el uso del dinero o porque nos da vergüenza admitir o hablar de ello con otras personas.
La violencia económica disminuyó al pasar de 29% en 2016 a 27.4% en 2021, dice la última Encuesta Nacional sobre las Dinámicas de las Relaciones en los Hogares (Endireh). En el ámbito familiar quien más la ejerce es el padre, le sigue la mamá y luego las o los hermanos.
En las relaciones de pareja, es la segunda causa de violencia, después de la psicológica, según las cifras del INEGI.
¿Será que menos mujeres enfrentamos violencia económica? Para explicarla mejor o poder identificarla revisa lo siguiente:
Si no puedes gastar un peso sin antes consultarlo con tu pareja porque de no hacerlo se enoja, déjame decirte que estás viviendo violencia económica.
Si te deja 100 pesos diarios para que compres tortillas o algo para la comida y te cuestiona en qué te gastas ese dinero, es violencia económica.
Si tu pareja se enoja porque gastas “de más”.
No te deja trabajar porque tienes que hacerte cargo de la casa o del cuidado de las y los hijos, también es violencia económica.
Hace tiempo cuando renuncié a mi trabajo de reportera en El Financiero porque tuve a mi segundo hijo y me fue imposible continuar con el ritmo de trabajo que demandaban, (luego les cuento sobre esa experiencia que tenemos que enfrentar muchas mujeres) leí una encuesta que alguien hacía en un grupo de mamás de Facebook.
-¿Mamis, a ustedes cuánto les dan de gasto sus esposos?
Estaba entrando en esa dinámica, comenzaría a ser dependiente económicamente de mi pareja, eso me asustaba y avergonzaba. Recibir dinero “por nada”, por estar en casa, sin merecerlo. ¿Tendría que decirle en qué me gastaba el dinero? ¿Podría comprarme cosas, gustitos para mí o ese dinero sólo sería de uso para cosas del hogar?
Entre las respuestas que leí en Facebook, destacaban la de una mujer que recibía 50 pesos diarios para comprar comida y no le daban más dinero, así que con esa cantidad tenía que hacer milagros.
Otra chica respondía que le daban 1,000 pesos a la semana y nada más, de ahí tenía que comprar la despensa, y si quedaba dinero, podría comprarse algo para ella.
Había otras mujeres que decían que su esposo era quien manejaba las finanzas en casa, ellos compraban la despensa y si necesitaban algo tenían que pedírselo a ellos.
¿Será que en algunos sectores de la población las mujeres aún normalizan que la pareja tenga el control de sus finanzas? Porque por mucho que tratemos de hablar del avance en la inclusión financiera de las mujeres, de la participación en el mercado laboral, aún existe una brecha importante por atender.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021, el 74% de las mujeres afirmaron tener o haber tenido algún producto financiero, una cuenta de depósito, crédito, seguro, ahorro para el retiro, etc, cantidad por debajo al 82% reportado por los hombres.
Quise comenzar mi colaboración con este tema porque quiero partir de aquí para hablar sobre la inclusión y educación financiera hacia las mujeres, sobre las necesidades que tenemos y los avances que existen en esta materia. También porque creo que más conocimientos en el manejo de nuestras finanzas personales ayudará a encontrar y seguir mejores caminos, hacia el empoderamiento y la libertad de nosotras. Así de grande es la educación financiera.
*Yuridia Torres es creadora del proyecto Gira tus finanzas que impulsa a mujeres y madres a mejorar la administración del dinero.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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