Por Yuriria Rodríguez Castro
El presente y futuro en México depende de la seguridad, por lo que la presentación del plan en la materia encabezado por la presidenta Claudia Sheimbaum Pardo y el secretario Omar García Harfuch buscará ser el parteaguas entre el sexenio anterior de López Obrador y un gobierno que haga la diferencia; de tener éxito, se estará configurando desde ahora el perfil presidenciable de García Harfuch; de fracasar, no sólo se agotará la opción de encaminar al secretario con rumbo firme hacia la presidencia adelantada, sino que el partido oficial estaría perdiendo la oportunidad de ganar la confianza de la ciudadanía no simpatizante y los electores que podrían después hacerle falta.
Los cuatro puntos se presentan claros y vamos a analizarlos a continuación:
Atender las causas
Este es el enfoque teórico del gobierno actual y el punto coincidente con el anterior. La idea de atención a las causas proviene de la corriente teórica de la criminología sociológica que tiene como principales exponentes a Augusto Comte y Karl Marx, pues aún antes de la criminología crítica, estos sociólogos afirmaban que las causas del delito tenían su origen en la pobreza y la desigualdad, lo que llevó por un lado a una perspectiva menos fisiológica del crimen, pero también a un sesgo científico donde se presuponía que las condiciones de pobreza eran equivalentes a delinquir, por lo tanto, no tendría que haber delito alguno si las condiciones económicas son óptimas, algo que por lo menos es cuestionable con innumerables casos donde el delito “de cuello blanco” no tendría porqué existir, por citar solo un ejemplo de la fragilidad de esta tesis.
Sin embargo, una estrategia sin teoría es como presentar un objeto inanimado, un algo sin sustancia, así que es mejor tener un enfoque teórico que siempre sea cual sea éste será cuestionable, a no tener ninguno, tal como ocurrió en el sexenio pasado.
Consolidación de la Guardia Nacional
Consolidar un proyecto inacabado es una meta aceptable y alcanzable, pues cierto es - como de alguna manera afirmó el propio García Harfuch- que a cada gobierno se le ha ocurrido un nuevo modelo de cuerpo de vigilancia para el país impidiendo su consolidación para poder evaluarlo, de igual modo es cierto que la solución a los problemas de seguridad no radica en quitar lo que con mucho esfuerzo a duras penas comienza a ser reconocido por la ciudadanía, sin embargo, el reto del Secretario será lograr una consolidación con enfoque civil y regresarles la dignidad a los elementos policiales, en parte porque él mismo es de formación civil y también porque la irreconciliable disputa de los distintos cuerpos, llámese policía, Ejército o Marina ha sido un obstáculo en la coordinación para el combate al crimen organizado. He aquí, que la principal cualidad del secretario García Harfuch será puesta a prueba, pues su trabajo en la Ciudad de México se caracterizó en ponderar la coordinación para ofrecer resultados.
Pero un actor nuevo aparece en el plan de seguridad manufacturado por García Harfuch: las fiscalías, las cuales, según lo anunciado, el objetivo será que las fiscalías se conviertan en el tercer elemento para vincular a las fuerzas de seguridad con el ciudadano y conseguir así una reducción notoria en la impunidad. Es aquí donde la política pesará más que cualquier estrategia infalible, pues los fiscales se encuentran en manifiesto desacuerdo con la reforma judicial impuesta por el Ejecutivo en el cierre del sexenio de López Obrador. El gobierno anterior no consideró que los fiscales están hechos de una formación legal muy distinta al tipo de subordinación incuestionable del ámbito policial o militar, de hecho, en estos momentos los ánimos se encuentran crispados por la insubordinación de un criterio pericial con una formación académica más sólida y autónoma, por lo que desaparecer una autonomía por decreto no asegura la eliminación de la autonomía del pensamiento crítico. Este es uno de los puntos más críticos que hereda Harfuch y que tendrá que resolver para garantizar la tan deseada coordinación.
Inteligencia y coordinación
Veamos finalmente, los estrategas tienen que pensar en términos matemáticos lo social, es algo en lo cual he insistido entre mis discípulos universitarios, por lo tanto, si la intención de este conciso, pero sólidamente argumentado plan de García Harfuch fuera una fórmula, podría expresarse así:
La suma o integración de la policía, el Ejército, la Marina, las fiscalías y la ciudadanía, serán como una sola entidad expresada en el símbolo de la Guardia Nacional (GN), donde la coordinación será el signo fundamental en el interior de las corporaciones y entidades de procuración de justicia, así como también la participación ciudadana; si esto funciona dará como resultado la consolidación de GN, una mayor confianza de la ciudadanía en los cuerpos de seguridad, por lo tanto arrojará más denuncias y, con el correcto funcionamiento de las instancias fiscalizadoras, mejor respuesta y una considerable reducción de la impunidad. Esto ocurriría en el cisne blanco de los escenarios, en el escenario ideal del gobierno de Sheinbaum. Sobra decir, que de no funcionar la coordinación y para esto se requiere de la disposición de todas las partes involucradas, el fracaso puede estar asegurado y de igual forma, la seguridad nacional condenada a la inoperancia.
Inteligencia, ¿de cuál?
El tema más llamativo es el giro hacia el papel central de la inteligencia, aspecto con el cual no hay sino respaldo de la academia y de la sociedad; el problema aquí es importante disyuntiva de elección racional y liderazgo: se trata de con qué inteligencia tomar las decisiones, porque hay inteligencia en la Policía, en el Ejército y en la Marina Armada, el problema no es quién hace trabajos de inteligencia, sino quién los comanda, para lo cual la Marina tiene más experiencia, tan es así que algunos gobiernos alguna vez realizaron operativos contra narcotraficantes de alto perfil sólo con el personal de inteligencia de la Marina; cuestionables o no, funcionaron. Sin embargo, la propuesta de una Subsecretaría de Inteligencia es más que ambiciosa y relevante, nos habla de un órgano vivo y reconocido que no estará más actuando a la sombra de las decisiones en materia de seguridad, por lo que veremos si en la práctica tiene el peso necesario para influir en todas las decisiones.
Por otra parte, está la Academia de Inteligencia, algo que yo misma llegué a sugerir desde hace unos años. La vida académica requiere académicos no solo del interior de las corporaciones, sino de los ámbitos universitarios, para ello, el reto es el reclutamiento docente, algo que hizo de manera eficaz la CIA y el FBI en los años 70s, principalmente.
Ahora bien, no sobra decir que los conflictos internos entre las corporaciones estarán más que nunca a la orden del día y que los golpes políticos arreciarán, por eso es que la estrategia de Harfuch no puede quedarse en una dimensión exclusivamente operativa, algo muy frecuente en la mentalidad policial, sino que se tendrá que atender tanto o más la dimensión política y la imagen de seguridad que se quiera consolidar para México.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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