Por Yuriria Rodríguez Castro
Con esta tercera entrega concluyo el tema que durante la semana he abordado aquí en Opinión 51 y como lo adelanté el miércoles hoy analizo los escenarios que nos depara el futuro inmediato:
Deportaciones criminales. Lo primero que ya está pasando es el escenario migratorio íntimamente ligado al terrorismo-narcotráfico en la región. Lo distinto es que las políticas migratorias detonan aún más la violencia de las organizaciones criminales. Trump centra su proyecto en políticas inmunológicas que ven a los migrantes como agentes que amenazan su sistema y es muy probable que los primeros deportados tengan antecedentes penales, un poco emulando al mandatario cubano Fidel Castro cuando liberó a algunos nacionales que querían escapar de la isla, enviando a Miami a quienes integrarían las primeras mafias para consolidar al puerto como la entrada de estupefacientes que llegaban desde Colombia.
Juntos o en disputa: Cártel de Sinaloa, Cártel Jalisco Nueva Generación, la M-13 y el Tren de Aragua. Ningún programa social podrá contener el riesgo de suma y crecimiento de las organizaciones criminales: el gobierno de Claudia Sheimbaum recién había negado la presencia de la organización criminal venezolana, Tren de Aragua en México, pero un día después de la toma de poder de Trump, el gobierno mexicano anunció la captura de algunos de sus integrantes en territorio nacional.
Este escenario nos dice que las tres organizaciones criminales más poderosas de todo el mundo estarían reunidas o en disputa en México, con amplias proyecciones geoestratégicas.
Grupos criminales mexicanos de limpieza racial. Cada vez que se somete a una región o país a una presión migratoria inédita, ésta se presenta como un estresante demográfico que termina por generar grupos de odio racial respaldados por organizaciones criminales de extorsionadores, así que teniendo previamente en México a estos grupos dedicados al cobro de piso, el aumento de presión con mayores flujos migratorios, será el mercado ideal para detonar el odio nacionalista y aprovecharlo aumentando las extorsiones.
Reclutamiento de migrantes al crimen organizado. Al no tener políticas públicas ni programas que soporten tanto los flujos migratorios como las deportaciones, no será posible ofrecer un espacio a la demanda de empleo formal, por lo que la informalidad y las organizaciones criminales tendrán la oferta ilimitada, además de la capacidad para exportar o importar con la especialización criminal que aporten otras organizaciones delictivas de Centro y Sudamérica.
Mercado de fentanilo en casa. El gobierno de Sheimbaum parecía saber que Trump cumpliría con el decreto, pues se dieron tímidos pasos para llamar la atención de que se estaba haciendo algo al respecto: unas semanas antes de la toma de posesión del mandatario norteamericano, se anunció una campaña contra la adicción al fentanilo —algo que también se estuvo negando existiera en México—, así como la corrección al anuncio de que el grupo criminal Tren de Aragua tuviera presencia en el territorio nacional.
Estas acciones gubernamentales intentaron justificar la puesta en evidencia de la determinación de Trump ante los cárteles del narcotráfico, pero también fue un intento débil por prevenir una crisis de adictos al opioide sintético, tal como se espera ocurra, ya que hemos tenido estos escenarios antes y sabemos que cada vez que EU cierra sus fronteras con nuestro país, el mercado se contrae hacia el propio territorio, porque es preferible para el traficante vender a bajo costo a que la producción de narcóticos se convierta en pérdidas.
Nuevas rutas: expansión hacia Sudamérica. Otro escenario inevitable será la disputa territorial por las rutas de todo lo traficable rumbo a nuevas fronteras; por lo que si no se puede al norte, el crimen organizado buscará salidas hacia el sur del país y del continente americano, generando problemas de inseguridad en países que tenían sus fenómenos locales delictivos relativamente acotados, como Brasil, Perú, Ecuador, Argentina, Nicaragua y Chile. Por la fuerte presencia que de por sí ya tiene el Tren de Aragua fuera de su país de origen (Venezuela), Perú y Chile se ven afectados no sólo por la expansión, sino la influencia y disputa de los cárteles mexicanos en esta organización criminal venezolana, ya que el contacto con el narcotráfico mexicano puede desembocar en disputas o alianzas que amplíen las rutas con mayor violencia.
Mención aparte merece Centroamérica, pues al menos en el Salvador, Nayib Bukele ha logrado aplicar políticas criminales efectivas para controlar el dominio de la Mara Salvatrucha, especialmente de la M-13, sin embargo, esta pandilla tiene alcances en México, así como en otros países de América Latina. Hay que recordar que tanto La Mara como Tren de Aragua, son las dos únicas organizaciones no mexicanas incluidas en el decreto terrorista de Trump.
Asilo político para sospechosos. Algunos países de América Latina, quizá también de Europa y Oriente Medio, se convertirán en refugio político de indiciados como posibles miembros de las organizaciones criminales señaladas. Así que también se pondrá a prueba el Derecho Penal Internacional y el doble juego garantista de los Derechos Humanos.
Aranceles. Los aranceles es la medida punitiva que será más recurrente y tendrá efectos más nocivos en las economías más débiles, por lo que entrar en una “guerra arancelaria” no es recomendable para México, porque cobrar impuesto a las empresas estadunidenses en territorio mexicano será más perjudicial para la ciudadanía que requiere de los servicios y productos, ya que las empresas transnacionales suelen diferir el arancel como impuesto al consumidor. Así que castigar a empresas de EU en una economía mexicana plagada de empresas estadunidenses, sería como autocastigarse.
*Doctora en Ciencias Penales y Política Criminal. Académica especialista en estudios del terrorismo y crimen organizado
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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